El leaseback es una estrategia financiera que permite transformar un activo en liquidez sin perder su uso. A través de este mecanismo, una empresa puede vender un inmueble o equipo y, al mismo tiempo, alquilarlo de nuevo al comprador.
Esta práctica no solo ofrece flexibilidad financiera, sino que también sirve como una herramienta educativa para entender cómo los activos pueden generar valor más allá de su propiedad.
Cómo funciona el leaseback
El proceso es sencillo y se desarrolla en tres pasos:
- Venta del activo: La empresa transfiere la propiedad de un inmueble o equipo a un comprador o inversionista.
- Contrato de arrendamiento: Se firma un acuerdo que permite seguir utilizando el activo.
- Pago de rentas: La empresa paga una renta periódica por el uso del bien, en lugar de mantenerlo en propiedad.
Este esquema convierte un activo fijo en una fuente de capital disponible, manteniendo la operatividad y reduciendo la necesidad de endeudamiento.
Cuándo se utiliza el leaseback
El leaseback es útil en distintos escenarios:
- Liberar liquidez: Convierte un activo en capital disponible sin recurrir a préstamos.
- Optimización fiscal: Transformar propiedad en gasto operativo puede generar ventajas tributarias según la legislación local.
- Flexibilidad financiera: Permite gestionar activos de manera eficiente, facilitando decisiones estratégicas.
- Activos subutilizados: Libera recursos de bienes que no son esenciales para su operación principal.
Leaseback: más que una transacción
El leaseback es mucho más que vender y alquilar un activo. Es una manera de aprender cómo los activos pueden generar valor, cómo optimizar recursos y cómo estructurar decisiones financieras con mayor información y claridad.
Este mecanismo muestra que la propiedad de un bien no siempre significa control absoluto: existen alternativas para liberar capital, mantener operatividad y ganar flexibilidad. Comprenderlo ayuda a tomar decisiones más inteligentes y estratégicas.
